¿Existe Dios?
- Imago Dei
- 20 abr 2020
- 23 Min. de lectura

Por William Lane Craig
¿Existe Dios? C. S. Lewis una vez comentó que Dios no es el tipo de cosa en la que uno puede estar moderadamente interesado. Sobre todo, si Dios sí existe, entonces esto es de sumo interés y nuestra preocupación última debería ser de cómo estar relacionado apropiadamente con ese ser, del cual dependemos momento a momento para nuestra existencia.
De modo que las personas que encogen los hombros y dicen, “¿Existe Dios?, ¿qué diferencia hace eso?” meramente muestran que ellos todavía no han pensado profundamente acerca de este asunto. Inclusive filósofos ateos como Sartre y Camus—quienes han pensado muy en serio sobre este problema—admiten que la existencia de Dios hace una tremenda diferencia para el hombre. Permítanme mencionar solo tres razones de por qué hace una gran diferencia si Dios existe.
¿Existe Dios? —Tres razones de porqué Su existencia hace una diferencia
1. Si Dios no existe, la vida al final no tiene sentido. Si tu vida está condenada a terminar con la muerte, entonces al final no importa cómo vives. Al final, no hace ninguna diferencia última si exististe o no. Seguro, tu vida podría tener un significado relativo en que influenciaste a otros o tuviste un efecto en el curso de la historia. Pero al final, la humanidad está condenada a perecer en la muerte caliente del universo. Al final no hace diferencia alguna quién eres o qué haces. Tu vida no tiene ninguna importancia.
Por lo tanto, las contribuciones del científico al avance del conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todo esto al final llega a la nada. Por lo tanto, si el ateísmo es verdadero la vida al final no tiene significado.
2. Si Dios no existe, entonces al final debemos vivir sin esperanza. Si no hay Dios, entonces al final no hay ninguna esperanza para la liberación de los defectos que resultan de nuestra existencia finita.
Por ejemplo, no hay esperanza de que seamos librados de la maldad. A pesar de que muchas personas hacen la pregunta de cómo Dios pudo crear un mundo en que haya tanta maldad, hasta ahora la mayoría de los sufrimientos en el mundo se debe a la propia inhumanidad del hombre. El horror de las dos guerras mundiales durante el siglo pasado efectivamente destruyó el optimismo ingenuo del siglo XIX acerca del progreso humano. Si Dios no existe, entonces estamos atrapados sin esperanza en un mundo lleno de sufrimientos injustificados y sin redención, y no hay esperanza de que seamos librados de la maldad.
Otra vez, si no hay Dios, no hay esperanza de que seamos librados del envejecimiento, de la enfermedad y de la muerte. Aunque pueda ser difícil para ti como estudiante universitario contemplar, el grave hecho es que al menos que mueras a una edad joven, algún día—sí, tú mismo—serás un hombre viejo o una mujer vieja, luchando una batalla a perder con el envejecimiento, luchando contra el avance inevitable de la deterioración, de la enfermedad, quizás de la senilidad. Y final e inevitablemente vas a morir. No hay vida más allá de la tumba. Por lo tanto, el ateísmo es una filosofía sin esperanza.
3. Por otro lado, si Dios existe, entonces no sólo hay significado y esperanza, sino que también existe la posibilidad de llegar a conocer personalmente a Dios y Su amor. ¡Pensemos sobre esto! ¡Qué el Dios infinito te deba amar y quiera ser tu amigo personal! ¡Este sería el estatus más alto que un ser humano podría disfrutar! Claramente, si Dios existe, no sólo hace una tremenda diferencia para la humanidad en general, sino que también podría hacer una diferencia que cambie la vida para ti.
Ahora, ciertamente nada de esto muestra que Dios existe. Pero sí muestra que hace una tremenda diferencia si Dios existe. Por lo tanto, incluso si la evidencia a favor y en contra de la existencia de Dios fuese absolutamente igual, la cosa racional a hacer, pienso yo, es de creer en Él. Es decir, me parece ser positivamente irracional, cuando la evidencia es igual, preferir la muerte, futilidad y desesperación sobre la esperanza, el significado y la felicidad.
Pero en efecto, no pienso que la evidencia sea absolutamente igual. Pienso que existen buenas razones para creer en Dios. Y hoy quiero compartir brevemente cinco razones. Se han escrito libros completos sobre cada una de estas razones, de manera que todo lo que tengo tiempo para hacer es presentar un bosquejo breve de cada argumento y luego durante el tiempo de discusión podemos ir más profundo sobre cualquiera de ellas que ustedes quisieran hablar.

¿Existe Dios? Como viajantes a lo largo del camino de la vida, es nuestra meta de hacer sentido de las cosas, tratar de entender la manera que es el mundo. La hipótesis “Dios existe” le da sentido a una amplia gama de los hechos de la experiencia.
¿Existe Dios? —Dios le da sentido al origen del universo
¿Te has preguntado alguna vez de donde vino el universo? ¿Por qué todo existe en lugar de simplemente nada? Típicamente, los ateos han dicho que el universo es simplemente eterno y punto.
Pero ciertamente eso es irracional. Sólo pensemos acerca de esto por un minuto. Si el universo nunca tuvo un comienzo, eso significa que el número de acontecimientos pasados en la historia del universo es infinito. Pero los matemáticos admiten que la existencia de un número realmente infinito de cosas lleva a auto-contradicciones. Por ejemplo, ¿qué es infinidad menos (-) infinidad? Bueno, matemáticamente, obtienes respuestas auto-contradictorias. Eso demuestra que la infinidad es sólo una idea en tu mente, no es algo que exista en realidad. David Hilbert, quizás el matemático más grande del siglo XX, declara:
El infinito no se encuentra en parte alguna en la realidad. Ni tampoco existe en la naturaleza ni proporciona una base legítima para el pensamiento racional. El papel que le queda jugar al infinito es simplemente el de una idea. [1]
Pero eso implica que como los acontecimientos pasados no son simplemente ideas, sino que son reales, el número de acontecimientos pasados debe ser finito. Por lo tanto, la serie de acontecimientos pasados no puede ir hacia atrás para siempre. Más bien, el universo debió haber comenzado a existir.
Esta conclusión ha sido confirmada por los descubrimientos increíbles en la astronomía y la astrofísica. En uno de los desarrollos más sorprendentes de la ciencia moderna, ahora tenemos evidencia muy fuerte de que el universo no es eterno en el pasado, sino que tuvo un comienzo absoluto alrededor de 13 billones de años atrás en un acontecimiento cataclísmico que se conoce como el Big Bang. Lo que hace que el Big Bang sea tan sorprendente es que este representa el origen del universo literalmente de la nada, ya que toda la materia y energía, inclusive el espacio y el tiempo físico mismos, vinieron a la existencia en el Big Bang. Como explica el físico P. C. W. Davies:
“La llegada del universo a la existencia, como se discute en la ciencia moderna […] no es simplemente un asunto de imponer algún tipo de organización […] sobre un estado incoherente previo, sino literalmente la llegada a la existencia de la nada de todas las cosas físicas”.[2]
Por supuesto, a través de los años se han desarrollado teorías alternas para tratar de evitar este comienzo absoluto, pero ninguna de esas teorías se ha impuesto en la comunidad científica como más plausible que el Big Bang. De hecho, en el 2003, los cosmólogos Arvind Borde, Alan Guth, y Alexander Vilenkin pudieron demostrar que cualquier universo que esté, en promedio, en un estado de expansión cósmico no puede ser eterno en el pasado, sino que debe tener un comienzo absoluto. Vilenkin no vacila ni por un minuto:
Se dice que un argumento es lo que convence a los hombres razonables y una prueba es lo que se toma para convencer inclusive a un hombre irracional. Los cosmólogos ya no pueden esconderse detrás de la posibilidad de un universo con un pasado eterno. No hay ninguna salida, tienen que enfrentar el problema de un principio cósmico".[3]
Antony Kenny de la Universidad de Oxford entendió ese problema muy bien. Él escribe:
“Un proponente de la teoría del Big Bang, por lo menos si es un ateo, debe creer que el universo vino de la nada y por la nada."[4]
¡Pero seguramente que eso no tiene sentido! De la nada, no viene nada. De modo que ¿por qué existe el universo en lugar de simplemente nada? ¿De dónde vino este? Debe haber existido una causa que trajo el universo a la existencia.
Hasta ahora, podemos resumir nuestro argumento de la siguiente manera:
Todo lo que comienza a existir tiene una causa.
El universo comenzó a existir.
Por lo tanto, el universo tiene una causa.
Dada la verdad de las dos premisas, se deduce la conclusión de una manera necesaria.
De la naturaleza misma del caso, esta causa debe ser un ser no causado, incambiable, atemporal e inmaterial quien creó el universo. Este debe ser un ser no causado porque hemos visto que no puede haber una regresión infinita de causas. Debe ser atemporal y por lo tanto debe ser incambiable—por lo menos sin el universo—ya que creó el tiempo. Debido a que también creó el espacio, ese ser también debe trascender el espacio y por eso debe ser inmaterial y no físico.
Además, yo argumentaría que ese ser también debe ser personal, ya que ¿cómo más pudiera una causa atemporal ocasionar un efecto temporal como el universo? Si la causa fuese un conjunto de condiciones necesarias y suficientes que operase mecánicamente, entonces la causa nunca podría existir sin el efecto. Por ejemplo, la causa del congelamiento del agua es la temperatura estando bajo 0˚ Centígrados. Si la temperatura estuviese bajo 0˚ desde la eternidad pasada, entonces cualquier agua que estuviera alrededor estaría congelada desde la eternidad. Sería imposible de que el agua se comenzara a congelar un tiempo finito atrás.
De manera que, si la causa está permanentemente presente, entonces el efecto también debería estar permanentemente presente. La única manera para que la causa sea atemporal y para que su efecto comience en el tiempo es que la causa sea un agente personal, quien libremente escoja crear un efecto en el tiempo sin que haya algunas condiciones determinadas previas. Por ejemplo, un hombre sentado desde la eternidad podría libremente desear pararse. Por lo tanto, fuimos traídos, no meramente a una causa trascendente del universo sino a su Creador Personal.
¿No es increíble que la teoría del Big Bang confirme lo que el teísta cristiano ha siempre creído: que en el principio Dios creó el universo? Ahora bien, te lo presento: ¿cuál tiene más sentido: que el teísta cristiano tenga razón o que el universo saltó de la nada a la existencia sin haber sido causado? ¡Yo, por lo menos, no tengo problema evaluando estas alternativas!
¿Existe Dios? —Dios le da sentido al ajuste fino del universo para la vida inteligente.
Durante aproximadamente los últimos 40 años, los científicos han descubierto que la existencia de la vida inteligente depende de un complejo y delicado balance de las condiciones iniciales que se dan en el propio Big Bang. Los científicos una vez creían que cualquier cosa que fuesen las condiciones iniciales del universo, con el tiempo podía evolucionar la vida inteligente. Sin embargo, ahora sabemos que nuestra existencia está balanceada sobre el filo de una cuchilla. La existencia de la vida inteligente depende de una conspiración de las condiciones iniciales que deben estar bien ajustadas a un grado que es literalmente incomprensible e incalculable.
Este ajuste fino es de dos tipos. En primer lugar, cuando las leyes de la naturaleza se expresan como ecuaciones matemáticas, encuentras que aparecen en ellas ciertas constantes, tales como la constante que representa la fuerza de la gravedad. Esas constantes no están determinadas por las leyes de la naturaleza. Las leyes de la naturaleza son consistentes con una amplia gama de los valores para esas constantes. En segundo lugar, además de esas constantes, hay ciertas cantidades arbitrarias que están puestas precisamente como condiciones iniciales sobre las cuales opera la naturaleza, por ejemplo, la cantidad de entropía o el balance entre la materia y la anti-materia en el universo. Ahora bien, todas estas constantes y condiciones caen en un rango extremadamente estrecho de valores que permiten la vida. Si estas constantes o cantidades han de ser alteradas en lo más mínimo, el equilibrio que permite la vida se destruiría y la vida no podría existir.
Por ejemplo, el físico P. C. W. Davies ha calculado que un cambio en la fuerza de la gravedad o en la fuerza atómica débil sólo por una parte en 10100 hubiese prevenido un universo que permita vida. La constante cosmológica que conduce la inflación del universo y que es responsable por la aceleración que recientemente se descubrió de la expansión del universo está inexplicablemente bien ajustada a más o menos una parte en 10120. Roger Penrose de la Universidad de Oxford ha calculado que la probabilidad de la condición de la baja entropía del Big Bang que existe al azar está en el orden de una parte de 1010 (123). Penrose comenta:
“ni siquiera me puedo recordar haber visto otra cosa en la física cuya precisión se conozca acercarse, inclusive remotamente, a una figura como una parte en 1010(123).”[5]
Y no es sólo que cada constante o cantidad debe estar exquisitamente bien ajustada, sus proporciones una a la otra también deben estar bien ajustadas. Así que la improbabilidad se multiplica por improbabilidad por improbabilidad hasta que nuestras mentes se enredan con números incomprensibles.
Ahora hay tres posibilidades para explicar la presencia de este increíble ajuste fino del universo: la necesidad física, el azar, o el diseño. La primera alternativa sostiene que hay alguna desconocida Teoría del Todo (TDT) que explicaría la manera que es el universo. Tenía que ser de esa manera y realmente no hubo (o hubo un poco de) azar de que el universo no sea uno que permita vida. Por el contrario, la segunda alternativa dice que el ajuste fino se debe por completo al azar. Simplemente es un accidente el que el universo sea uno que permita vida y somos los afortunados beneficiarios. La tercera alternativa rechaza esos dos relatos a favor de una Mente inteligente detrás del cosmos, quien diseñó el universo para que permita vida. ¿Cuál de estas alternativas es la más plausible?
La primera alternativa parece ser extraordinariamente improbable. Sencillamente no hay ninguna razón física de porqué estas constantes y cantidades deban poseer el valor que poseen. Como declara P. C. W. Davies:
Aún si las leyes de la física fueran únicas, no se deduce de ello que el universo físico sea único […] las leyes de la física deben ser aumentadas por las condiciones iniciales cósmicas [...] No hay nada en las ideas presentes sobre ‘leyes de las condiciones iniciales’ que remotamente sugiera que su consistencia con las leyes de la física pudiera implicar unicidad. Lejos de ello […] Parece, entonces, que el universo físico no tiene que ser necesariamente de la forma que es: pudiera haber sido de otra manera.[6]
Por ejemplo, el candidato más prometedor para una Teoría del Todo (TDT) que existe hasta ahora, la teoría de supercuerdas o la teoría-M, no predice de una manera única nuestro universo. De hecho, la teoría de cuerdas permite un "paisaje cósmico" de alrededor de 10500 diferentes universos, regidos por las leyes actuales de la naturaleza, de manera que no hace nada para presentar los valores observados de las constantes y cantidades físicamente necesarias.
¿Qué podemos decir acerca de la segunda alternativa, de que el ajuste fino del universo se debe al azar? El problema con esta alternativa es que las probabilidades en contra de que el universo sea uno que permita vida son tan incomprensiblemente grandes que ellas no se pueden confrontar de una manera racional. A pesar de que habrá un gran número de universos que permitan vida que yacen dentro del paisaje cósmico, sin embargo, el número de mundos que permiten vida será insondablemente pequeño en comparación con el paisaje completo. De modo que la existencia de un universo que permita vida es fantásticamente improbable. Estudiantes o laicos que alegremente afirman “¡pudo haber sucedido al azar!” simplemente no tienen ninguna concepción de la fantástica precisión del requisito del ajuste fino para la vida. Ellos nunca irían a apoyar dicha hipótesis en cualquier otra área de sus vidas—por ejemplo, para explicar cómo de la noche a la mañana apareció un auto en su estacionamiento.

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Algunas personas han intentado escapar de este problema al afirmar que no deberíamos estar sorprendidos con las condiciones finamente ajustadas del universo, ya que, si el universo no estuviera bien ajustado, entonces no estaríamos aquí para sorprendernos acerca de ello. Dado que estamos aquí, deberíamos tener la expectativa de que el universo esté bien ajustado. Pero dicho razonamiento es lógicamente falaz. Podemos mostrar esto por medio de una ilustración paralela. Imagínate que estés viajando hacia el extranjero y seas arrestado con cargos inventados de drogas y te arrastran y te ponen al frente a un pelotón de fusilamiento de 100 tiradores entrenados, todos con rifles apuntando a tu corazón, para fusilarte. Tú escuchas al comandante decir “¡preparen, apunten, fuego! y escuchas el ensordecedor ruido de las armas. ¡Luego observas que aun estás con vida, y que todos los 100 francotiradores fallaron! ¿Cuál sería tu conclusión? “Pues, me imagino que realmente yo no debería estar sorprendido de que todos ellos fallaron. ¡Sobre todo, si todos ellos no hubiesen fallado, entonces yo no debería estar aquí para sorprenderme de eso! Dado que estoy aquí, debería esperar que todos ellos fallaron”. ¡Por supuesto que no! De inmediato sospecharías que todos ellos fallaron a propósito, de que todo ese asunto fue tramado, ingeniado por alguien por alguna razón. Aunque no deberías estar sorprendido que no observas que estás muerto, de hecho, deberías estar sorprendido que tú sí observas que estás con vida. De la misma manera, dada la increíble improbabilidad del ajuste fino del universo para la vida inteligente, es racional concluir que esto no se debe al azar, sino al diseño.
Para poder rescatar la alternativa del azar, sus proponentes han sido forzados a adoptar la hipótesis de que existe un número infinito de universos ordenados aleatoriamente formando un tipo de Conjunto de Mundos o multiverso del cual nuestro universo no es más que una parte. En algún lugar en este Conjunto infinito de Mundos van a aparecer universos finamente ajustados únicamente al azar y nosotros por casualidad somos uno de esos mundos.
Sin embargo, hay por lo menos dos errores principales con la hipótesis del Conjunto de Mundos: En primer lugar, no hay evidencia de que exista ese Conjunto de Mundos. Nadie sabe si existen otros mundos. Además, recordemos que Borde, Guth y Vilenkin probaron que cualquier universo que esté en un estado continuo de expansión cósmica no puede ser infinito en el pasado. El teorema de ellos también se aplica al multiverso. Por lo tanto, como el pasado del multiverso es finito, sólo un número finito de otros mundos se pudieron haber generado hasta ahora, de modo que no hay garantía de que un mundo finamente ajustado habrá aparecido en el conjunto.
En segundo lugar, si nuestro universo es sólo un miembro al azar de un Conjunto infinito de Mundos, entonces es abrumadoramente más probable que deberíamos estar observando un universo muy diferente a ese que de hecho estamos observando. Roger Penrose ha calculado que es inconcebiblemente más probable que nuestro sistema solar debiera formarse de manera instantánea por la colisión al azar de partículas de que un universo finamente ajustado debería existir. (Penrose le llama “completamente alimento para pollos” en comparación[7]). Así que, si nuestro universo fuese simplemente un miembro de un Conjunto de Mundos, es concebiblemente más probable que debiéramos estar observando un universo más pequeño que nuestro sistema solar. Otra vez, si nuestro universo sólo fuese un miembro al azar de un Conjunto de Mundos, entonces deberíamos estar observando acontecimientos altamente extraordinarios, como caballos entrando y saliendo de la existencia por colisiones al azar, o máquinas de moción perpetua, ya que esos acontecimientos son mucho más probables que todas las constantes y cantidades de la naturaleza que caen por casualidad en el rango virtualmente infinitesimal que permite vida. Universos observables como esos son muchos más abundantes en el Conjunto de Mundos que los mundos como el nuestro y por lo tanto, deberían ser observados por nosotros. Dado que no tenemos esas observaciones, este hecho invalida fuertemente la hipótesis del multiverso. En el ateísmo, por lo menos, es pues altamente probable que no haya un Conjunto de Mundos.
Así que una vez más, la visión que los teístas cristianos siempre han sostenido, de que hay un diseñador inteligente del universo, parece tener mucho más sentido que la visión atea de que el universo simplemente por casualidad está bien afinado (al azar) a una precisión incompresible para la existencia de la vida inteligente.
Podemos resumir este segundo argumento de la siguiente manera:
El ajuste fino del universo se debe ya sea a la necesidad física, al azar o a al diseño.
No se debe a la necesidad física o al azar.
Por lo tanto, se debe al diseño.
¿Existe Dios? —Dios le da sentido a los valores morales objetivos en el mundo.
¿Existe Dios? Si Dios no existe, entonces los valores morales objetivos no existen. Decir que hay valores morales objetivos es decir que algo está bien o mal, independientemente de si alguien cree que lo está o no. Esto, es decir, por ejemplo, que el antisemitismo nazi era moralmente malo, a pesar de que los nazis que llevaron a cabo el Holocausto pensaban que era algo bueno, y estaría mal aun si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial y hubiesen tenido éxito exterminando o lavándoles el cerebro a todos los que no estaban en acuerdo con ellos. Y la afirmación es que, a falta de Dios, los valores morales no son objetivos en ese sentido.
Muchos teístas como ateos por igual están de acuerdo en este punto. Por ejemplo, el fallecido J. L. Mackie de la Universidad de Oxford, uno de los ateos más influyentes de nuestro tiempo, admitió:
"Si […] hay […] valores objetivos, ellos hacen la existencia de Dios más probable que lo hubiese sido sin ellos. Por lo tanto, tenemos un argumento defendible desde la moralidad hasta la existencia de un Dios”.[8]
Pero para evitar la existencia de Dios, Mackie, pues, negaba que existieran los valores morales objetivos. Él escribió:
"Es fácil explicar este sentido moral como un producto natural de la evolución biológica y social […]”[9]
Michael Ruse, un filósofo de la ciencia, concuerda y explica:
La moralidad es una adaptación biológica no menos que [lo son] las manos, los pies y los dientes. Considerada como un conjunto de afirmaciones racionalmente justificables acerca de una cosa objetiva, la ética es ilusoria. Aprecio que cuando alguien dice, ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo,’ ellos creen que se están refiriendo, sobre todo, a ellos mismos. Sin embargo, esa referencia verdaderamente no tiene fundamento. La moralidad sólo es una ayuda para la supervivencia y la reproducción, […] y cualquier significado más profundo es ilusorio.[10]
El gran ateo del siglo XIX, Friedrich Nietzche, quien proclamó la muerte de Dios, entendía que la muerte de Dios significaba la destrucción de todo significado y valor en la vida.
Creo que Friedrich Nietzsche tenía razón.
Pero aquí debemos tener mucho cuidado. La pregunta no es: “¿debemos creer en Dios para vivir una vida moral?” No estoy afirmando que debemos. Tampoco la pregunta es: “¿Podemos reconocer o admitir los valores morales objetivos sin creer en Dios?” Pienso que sí podemos.
Más bien, la pregunta es: “Si Dios no existe, ¿existen los valores morales objetivos?” Al igual que Mackie y Ruse, no veo ninguna razón para pensar que, a falta de Dios, la moralidad humana sea objetiva. Después de todo, si no hay Dios, ¿qué tienen de tan especial los seres humanos? Son simplemente subproductos accidentales de la naturaleza que han evolucionado relativamente hace poco tiempo en una infinitesimal mota de polvo, perdido en algún lugar en un universo hostil y sin sentido, y que están condenados a perecer individual y colectivamente en un período de tiempo relativamente corto. En la visión atea, alguna acción (por ejemplo, la violación) no pudiera ser socialmente ventajosa y de esa manera en el transcurso de la evolución se ha convertido en un tabú. Sin embargo, eso no hace absolutamente nada para probar que la violación sea algo realmente malo. En la visión atea, además de las consecuencias sociales, no hay nada realmente malo con que tú violes a alguien. Por lo tanto, sin Dios no hay un bien o mal absoluto que se imponga en nuestra conciencia.
Pero el problema es que los valores morales objetivos sí existen y en lo profundo todos lo sabemos. No hay más razón en negar la existencia objetiva de valores morales que en negar la realidad objetiva del mundo físico. El razonamiento de Ruse, como mejor, sólo prueba que nuestra percepción objetiva de los valores morales objetivos ha evolucionado. Pero si los valores morales se descubren gradualmente, no se inventan, entonces nuestra comprensión gradual y falible de la esfera moral no más socava la realidad objetiva de esa esfera que nuestra percepción gradual y falible del mundo físico socava la objetividad de esa esfera. La mayoría de nosotros pensamos que comprendemos los valores objetivos. Como el mismo Ruse confiesa:
"El hombre que dice que es moralmente aceptable violar a los niños pequeños está tan equivocado como el hombre que dice que, 2+2=5.[11]
Acciones como la violación, la tortura y el maltrato o abuso infantil no sólo son socialmente inaceptables—[sino que] son abominaciones morales. Algunas cosas son realmente malas. Del mismo modo, el amor, la igualdad y el autosacrificio son muy buenos. Pero si los valores objetivos no pueden existir sin Dios, y los valores objetivos sí existen, entonces se deduce lógica e ineludiblemente que Dios existe.
Podemos resumir este argumento de la siguiente manera:
Si Dios no existe, los valores morales objetivos no existen.
Los valores morales objetivos existen.
Por lo tanto, Dios existe.

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¿Existe Dios? —Dios les da sentido a los hechos históricos referentes a la vida, muerte y resurrección de Jesús.
La persona histórica, Jesús de Nazaret, era un individuo extraordinario. Los críticos del Nuevo Testamento han alcanzado un tipo de consenso de que el Jesús histórico llegó al escenario con un sentido sin precedente de autoridad divina: la autoridad de levantarse y hablar en lugar de Dios. Es por eso que el liderazgo judío instigó su crucifixión por el cargo de blasfemia. Él afirmó que con él había llegado el Reino de Dios y como demostraciones visibles de ese hecho, llevó a cabo un ministerio de hacedor de milagros y de exorcismos. Pero la confirmación suprema de su afirmación fue su resurrección de entre los muertos. Si Jesús resucitó de entre los muertos, entonces parecería que tenemos un milagro divino en nuestras manos y por lo tanto, tenemos una evidencia para la existencia de Dios.
Ahora bien, la mayoría de las personas probablemente pensarían que la resurrección de Jesús es algo que tú simplemente aceptas o no por fe. Pero realmente hay tres hechos establecidos, admitidos por la mayoría de los historiadores del Nuevo Testamento de hoy, los cuales yo creo que se explican mejor por la resurrección de Jesús: Su tumba vacía, sus apariciones post-mortem y el origen de la creencia de los discípulos en su resurrección. Veamos de manera breve cada uno de ellos.
Hecho # 1: El domingo en la mañana un grupo de sus seguidoras encontraron la tumba de Jesús vacía. Según Jacob Kremer, un erudito austriaco que se ha especializado en el estudio de la resurrección:
"Hasta ahora, la mayoría de los eruditos sostienen firmemente la fiabilidad de las declaraciones bíblicas acerca de la tumba vacía”.[12]
Según D. H. Van Daalen, es extremadamente difícil objetar a la tumba vacía sobre bases históricas. Aquellas personas que lo niegan, lo hacen sobre la base de suposiciones teológicas o filosóficas.
Hecho # 2: En ocasiones separadas diferentes individuos y grupos de personas vieron apariciones de Jesús vivo después de su muerte. Según Gerd Lüdemann, un prominente crítico alemán del Nuevo Testamento:
“Se pudiera considerar como históricamente cierto que Pedro y los discípulos tuvieron experiencias después de la muerte de Jesús en las cuales Jesús se les apareció como el Cristo resucitado."[13]
Esas apariciones fueron atestiguadas no sólo por creyentes, sino también por no creyentes, por escépticos y hasta por enemigos.
Hecho # 3: Los discípulos originales de repente vinieron a creer en la resurrección de Jesús a pesar de tener toda predisposición, al contrario. Pensemos en la situación que los discípulos enfrentaron después de la crucifixión de Jesús:
1. Su líder estaba muerto y las expectativas judías mesiánicas no incluían ninguna idea de un Mesías que, en lugar de triunfar sobre los enemigos de Israel, iba a ser ejecutado vergonzosamente por ellos como un criminal.
2. Las creencias judías acerca de la vida después de la muerte excluían que alguien resucitara de entre los muertos a la gloria e inmortalidad antes de la resurrección general que ocurría en el fin del mundo.
Sin embargo, los discípulos originales de inmediato llegaron a creer tan fuertemente que Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos que ellos estaban dispuestos a morir por la verdad de esa creencia. Luke Johnson, un erudito del Nuevo Testamento de la Universidad de Emory, declara:
"Se requiere de alguna clase experiencia poderosa y transformadora para generar el tipo de movimiento que era el Cristianismo más primitivo".[14]
N. T. Wright, un eminente erudito británico, concluye:
"Es por eso que, como historiador, no puedo explicar el surgimiento del cristianismo primitivo a menos que Jesús se haya levantado nuevamente, dejando una tumba vacía tras él.[15]
Los intentos de explicar estos tres grandes hechos—por ejemplo, aquellos que dicen que los discípulos se robaron el cuerpo o que Jesús realmente no estaba muerto—han sido rechazados universalmente por la erudición contemporánea. El simple hecho es que no hay ninguna explicación plausible, naturalista de estos hechos. Por lo tanto, me parece que el cristiano está completamente justificado en creer que Jesús resucitó de entre los muertos y que él era quien afirmaba ser. Pero eso implica que Dios existe.
Podemos resumir este argumento de la siguiente manera:
Hay tres hechos establecidos referentes al destino de Jesús de Nazaret: el descubrimiento de su tumba vacía, sus apariciones post-mortem, y el origen de la creencia de sus discípulos en su resurrección.
La hipótesis: “Dios resucitó a Jesús de entre los muertos” es la mejor explicación de estos hechos.
La hipótesis “Dios resucitó a Jesús de entre los muertos” implica que el Dios revelado por Jesús de Nazaret existe.
Por lo tanto, el Dios revelado por Jesús de Nazaret existe.

¿Existe Dios? —A Dios se le puede conocer y experimentar de inmediato.
Realmente este no es un argumento a favor de la existencia de Dios. Más bien, es la afirmación de que puedes saber que Dios existe totalmente aparte de argumentos simplemente al experimentarlo de inmediato. Esta fue la forma que las personas en la Biblia conocieron a Dios, como el profesor John Hick explica:
Dios les fue conocido a ellos como una voluntad dinámica que interactuaba con la voluntad propia de ellos—una pura realidad dada, tan inescapable para ser tomada en cuenta como una tormenta destructible y la luz de sol que da vida [...] Ellos no pensaban de Dios como una entidad inferida, sino como una realidad experimentada. Para ellos, Dios no era […] una idea adoptada por la mente, sino una realidad experimental que le daba significado a sus vidas.[16]
Los filósofos llaman a las creencias como esta “creencias propiamente básicas”. No están basadas en algunas otras creencias, más bien son partes del fundamento del sistema de creencias de una persona. Otras creencias propiamente básicas serían la creencia en la realidad del pasado, la existencia del mundo externo y la presencia de otras mentes como la tuya. Cuando lo piensas, ninguna de esas creencias se puede comprobar. ¿Cómo podrías probar que el mundo no fue creado hace cinco minutos atrás con apariencias integradas de edad como comida en nuestros estómagos de desayunos que nunca nos comimos y como rastros de memoria en nuestros cerebros de acontecimientos que realmente nunca experimentamos? ¿Cómo puedes probar que no eres un cerebro en una cubeta de productos químicos siendo estimulado con electrodos por un científico loco para hacerte creer que estás aquí escuchando esta charla? ¿Cómo puedes probar que otras personas no son realmente androides que muestran todo el comportamiento externo de las personas con mentes, cuando en realidad no tienen almas, como entidades semejantes a los robots?
Aunque esos tipos de creencias son básicas para nosotros, eso no significa que sean arbitrarias. Más bien, están basadas en el sentido de que están formadas en el contexto de ciertas experiencias. En el contexto experimental de ver, sentir y escuchar cosas, yo naturalmente formo la creencia de que hay ciertos objetos físicos que estoy sintiendo. Por lo tanto, mis creencias básicas no son arbitrarias, sino que están apropiadamente fundamentadas en la experiencia. Puede que no hay manera de probar tales creencias, y sin embargo es perfectamente racional sostenerlas. ¡Tendrías que estar loco para pensar que el mundo fue creado hace cinco minutos atrás o para creer que eres un cerebro en una cubeta! Por lo tanto, tales creencias no son simplemente básicas, sino propiamente básicas.
De la misma manera, la creencia en Dios para aquellos que le buscan es una creencia propiamente básica, fundamentada en nuestra experiencia de Dios.
Las creencias que están apropiadamente fundamentadas podrían ser racionalmente aceptadas como creencias básicas que no están fundamentadas en el argumento.
La creencia de que el Dios de la Biblia existe está apropiadamente fundamentada.
Por lo tanto, la creencia de que el Dios de la Biblia existe podría ser racionalmente aceptada como una creencia básica que no está fundamentada en el argumento.
Ahora bien, si esto está correcto, entonces hay un peligro de que los argumentos a favor de la existencia de Dios en realidad pudieran distraer la atención de Dios mismo. Si estás buscando a Dios con sinceridad, Dios hará que Su existencia se haga evidente a ti. La Biblia dice: "Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros" (Santiago 4.8). No debemos concentrarnos en las pruebas de que no escuchamos la voz interior de Dios hablándole a nuestro corazón. Para los que escuchan, Dios se convierte en una realidad inmediata en sus vidas.
¿Existe Dios? —Cinco buenas razones para pensar que Dios existe
¿Existe Dios? Hemos visto cinco buenas razones para pensar que Dios existe:
Dios le da sentido al origen del universo.
Dios le da sentido al ajuste fino del universo para la vida inteligente.
Dios le da sentido a los valores morales objetivos en el mundo.
Dios le da sentido a la vida, la muerte y la resurrección de Jesús.
A Dios se le puede conocer y experimentar de inmediato.
Estos son sólo una parte de la evidencia de la existencia de Dios. Alvin Plantinga, uno de los filósofos más destacados del mundo, ha establecido dos docenas de argumentos a favor de la existencia de Dios.[17] En conjunto, estos argumentos constituyen un caso acumulativo poderoso a favor de la existencia de Dios.
Por lo tanto, creo que el teísmo cristiano es una cosmovisión plausible que se encomienda en sí misma a la consideración pensadora de cada ser humano racional.
Referencias:
· [1] David Hilbert, "On the Infinite," [Sobre el Infinito] en Philosophy of Mathematics, ed. Con una introducción por Paul Benacerraf y Hillary Putnam (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1964), páginas 139, 141.
· [2] ABC Science Online, "The Big Questions: In the Beginning," [Las Grandes Preguntas: En el Principio], Entrevista de Paul Davis realizada por Philp Adams, http://aca.mq.edu.au/pdavies.html.
· [3] Alex Vilenkin, Many Words in One: The Search for Other Universes [Muchos Mundo en Uno: La Búsqueda de Otros Universos] (New York: Hill and Wang, 2006), p. 176.
· [4] Anthony Kenny, The Five Ways: St. Thomas Aquinas' Proofs of God's Existence [Las Cinco Maneras: La Pruebas de Santo Tomás de Aquino de la Evidencia de Dios] (New York: Schocken Books, 1969), página 66.
· [5] Roger Penrose, "Time-Asymmetry and Quantum Gravity," [La Asimetría del Tiempo y la Gravedad Cuántica] in Quantum Gravity 2, ed. C. J. Isham, R. Penrose, y D. W. Sciama (Oxford: Clarendon Press, 1981), página 249.
· [6] Paul Davies, The Mind of God [La Mente de Dios] (New York: Simon & Schuster, 1992), página 169.
· [7] Véase Roger Penrose, The Road to Reality [El Camino a la Realidad](New York: Alfred A. Knopf, 2005), páginas 762-765.
· [8] J. L. Mackie, The Miracle of Theism [El Milagro del Teísmo] (Oxford: Clarendon Press, 1982), páginas 115-16.
· [9] Ibíd., páginas 117-18.
· [10] Michael Ruse, "Evolutionary Theory and Christian Ethics," [La Teoría de la Evolución y la Ética Cristiana] en The Darwinian Paradigm (London: Routledge, 1989), páginas 262, 268, 289.
· [11] Michael Ruse, Darwinism Defended [El Darwinismo Defendido] (London: Addison-Wesley, 1982), página 275.
· [12] Jacob Kremer, Die Osterevangelien—Geschichten um Geschichte (Stuttgart: Katholisches Bibelwerk, 1977), páginas 49-50.
· [13] Gerd Lüdemann, What Really Happened to Jesus? [¿Qué Realmente le Sucedió a Jesús?] traducido por John Bowden (Louisville, Kent. Westminster John Knox Press, 1995), página 80.
· [14] Luke Timothy Johnson, The Real Jesus [El Jesús Real] (San Francisco: Harper San Francisco, 1996), página136.
· [15] N. T. Wright, "The New Unimproved Jesus," [El Subdesarrollado Jesús] Christianity Today (Septiembre 13, 1993), página 26
· [16] John Hick, "Introduction," [Introducción] in The Existence of God, ed. Con una introducción por John Hick, Problems of Philosophy Series (New York: Macmillan Publishing Co., 1964), pp. 13-14.
· [17] Alvin Plantinga, "Two Dozen (or so) Theistic Arguments," [Doce Docenas (más o menos) Argumentos Teístas] Charla presentada en la Conferencia Anual de Filosofía 33va, Wheaton College, Wheaton, Illinois, octubre 23-25, 1986.
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